Eres lo más bonito que me ha pasado nunca.
Me haces estremecer desde la punta de la nariz
hasta los dedos de los pies.
Me encontré contigo tras un camino de casualidades
y me enamoré a primera vista.
Eres mi elección, mi pasado,
mi presente, mi futuro.
Eres gran parte de lo que soy, de mi vida, de mi gente.
Eres un rayo de sol después de una larga noche
una taza de café en los días grises,
la esperanza que nos queda.
Eres el primer latido después de una desfibrilación,
una madre abrazando a su hijo por primera vez,
despertarse después de una larga operación,
despedirse de la muerte, de la monitorización, del ventilador,
eres suplencia y cuidado
hacer lo que alguien ya no puede.
Quieto parao, no te arrimes, ya son demasiados abriles para tu amanecer desbocao, mejor que me olvides...
sábado
miércoles
Exudamos desamor
El olvido es al amor lo que la muerte a la vida, eso nos hicieron creer. Algo desligado, un ente independiente que aparece cuando ya no hay nada que salvar. Una dama con capucha negra y afilada guadaña que un día te toma de la mano y se lleva los últimos retazos de un "nosotros". Corta, sin pudor ni resentimiento ese fino hilo que te unía a una persona que te ha visto desde el alma hasta la punta de los dedos de los pies.
Y así empieza el tan temido proceso de olvidar. Como una herida punzante que no queremos cerrar, más dolorosa cuanto más profunda y sucia haya sido. Podemos intentar acelerar la curación, jugando a la indiferencia, cambiándonos el color, forma y textura del pelo, agujereándonos lóbulos y muñecas con piercings y tatuajes para recordarnos que ya no, que ya siempre no. Cambiando de ciudad. Teniendo mil amantes o sólo uno al que exigiremos y compararemos con el anterior.
Pero esta no es la manera. Sólo puede curar alejando el agente agresor externo para que no fibrose. Volverle a ver es hacer que la herida cure mal, y crezca la cicatriz. Ya que le das tiempo a tu piel a curar, dáselo a tu corazón. No lo maceres mientras esté en carne viva. Estas cosas siempre llevan tiempo y cojones. Nadie dijo que fuera fácil.
Y así empieza el tan temido proceso de olvidar. Como una herida punzante que no queremos cerrar, más dolorosa cuanto más profunda y sucia haya sido. Podemos intentar acelerar la curación, jugando a la indiferencia, cambiándonos el color, forma y textura del pelo, agujereándonos lóbulos y muñecas con piercings y tatuajes para recordarnos que ya no, que ya siempre no. Cambiando de ciudad. Teniendo mil amantes o sólo uno al que exigiremos y compararemos con el anterior.
Pero esta no es la manera. Sólo puede curar alejando el agente agresor externo para que no fibrose. Volverle a ver es hacer que la herida cure mal, y crezca la cicatriz. Ya que le das tiempo a tu piel a curar, dáselo a tu corazón. No lo maceres mientras esté en carne viva. Estas cosas siempre llevan tiempo y cojones. Nadie dijo que fuera fácil.
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