...y no como creadores de nuestras circunstancias. Es por eso que nuestro mundo es tan difícil de cambiar.
No es el destino. Quizá las cosas pasen porque tenían que pasar. Quizá un golpe de suerte es una oportunidad que supiste aprovechar en el momento porque estabas más receptivo. Quizá la mala suerte sólo es un conjunto de errores que se acumulan hasta que la situación es insoportable y explota. Quizá se lo atribuyamos todo al destino, porque nos da miedo, asusta pensar que no hay nadie de nuestra parte. Que no hay un Dios, un ángel de la guardia, un camino prefijado ni un por qué en nuestras vidas. Que nuestra vida la manejamos nosotros, que estamos solos frente a un mundo hostil y extraño. Quizá por eso es más fácil hacerse la víctima y no asumir las consecuencias de nuestros actos, atribuyendo la culpa de nuestras malas o buenas decisiones a un ente superior.
Y no, no estoy diciendo que el azar no exista, claro que hay cosas aleatorias y arbitrarias en la vida. Por supuesto. ¿Qué haría la vida interesante sino? Pero eres tú, y sólo tú, quien tiene que manejar esa arbitrariedad.
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