domingo

Pensaras que soy un naufrago de la nostalgia...

... pero joder, con esas curvas, es difícil no matarse.

Eso soy yo, un tanga en el suelo de un piso ajeno. Un beso rápido – y eso dando gracias – un cachete en el culo y un buenos días a duras penas. El fondo de una botella después de una noche de borrachera. La ropa sudada del día anterior, la cara de vergüenza y el rimmel corrido. Escaparse a las 10 de la mañana rezando porque tus padres no hayan vuelto y quedarte con la sensación de que han jugado con tu corazón otra vez. Que has vuelto a cambiar diez minutos de placer por semanas de arrepentimiento. Que vendes tu soledad al mejor postor y al final te quedas más sola de lo que empezaste. Un pavor terrible a la soledad y el rechazo que te ha obligado a cambiar por segunda vez. Adaptarse o morir, ya lo dijo Darwin. Para mí, es cobardía mal disimulada.
No sé que me da más pena. Que se haya acabado o el hecho de haber creído que no tenía un the end. Como tu película favorita, que siempre piensas que se va a alargar hasta la eternidad a pesar que la has visto un millón de veces y de pronto se acaba. Tu ya te esperabas que fuese a acabar. Es más, te sabes el mismo manido y previsible final, pero cuando se acaba te quedas hueca, vacía. Con deseos de no haberla visto jamás, de no haber disfrutado de esos instantes de placer que poco a poco se deslizaban entre tus dedos sin apenas darte cuenta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario