Ayer siempre fue demasiado pronto,
y mañana siempre iba vestido con cenizas grises de ciudad.
La falda granate y verde con vuelos, no voló más que a ras del suelo
y los nombres eran estáticos como la madera de los pupitres.
Hoy ya es demasiado tarde para el tú,
mi yo sigue caminando por un largo pasillo
mientras voces extrañas pero conocidas gritan 'quédate'
quédate en nada
quédate sola
quédate en los huesos.
Tú te quedaste mirando con ojos huecos como los días caían como hojas de otoño,
El inexorable paso del tiempo,
tiempo enemigo y conciliador
tiempo que rompe y separa
a ti y a mi,
telarañas de un pasado
a veces muy presente.
Pero adios, mi presente es mañana nunca
para ti.
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